Casi mil firmas gallegas que exportan a EEUU, en vilo por las nuevas políticas

Las ventas al país americano superaron el año pasado los 613 millones de euros.

La expectación mediática que levantó en España la contienda electoral entre la demácrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump no se reduce simplemente al espectáculo. También hay intereses económicos en juego. Para empezar, el de las casi mil empresas gallegas que exportan sus bienes y servicios a Estados Unidos –890 firmas en 2015, que vendieron por valor de 613 millones–, desde ayer muy pendientes de las nuevas políticas que implementará el ganador. 

Entre los meses de enero y agosto de este año, el número de compañías con sede en la comunidad que exportan a la primera potencia del mundo –pertenecientes a sectores como el agroalimentario, las bebidas, los bienes de consumo y los productos industriales–  alcanzan ya las 758, con un volumen de ventas de 373 millones de euros, un 13,11 % menos que durante el mismo período del año pasado según el ICEX.

Una balanza comercial que es positiva para Galicia, pues en los ocho primeros meses del año las compras a la primera potencia del mundo se quedaron en 215,6 millones, por los 273 contabilizados en el ejercicio anterior. 

A la espera de conocer si materializa en   decisiones políticas el proteccionismo de su discurso, economistas   consultados por Europa Press destacan que hay poco margen para que  Trump renegocie los acuerdos comerciales existentes –cuestión   diferente ocurre con el TTIP–.  “Si pones impedimentos a la entrada de productos, lo lógico es que  también los haya luego a la salida, y Estados Unidos tiene una economía muy abierta, así que no lo veo”, destaca Venancio Salcines, experto del Grupo Colmeiro y de la Escuela de Finanzas de A Coruña. 

Este experto ve el mensaje nacionalista de Trump, en lo que a la economía se  refiere, más como un “canto de sirena” para “reforzarse ante su electorado” que como una “amenaza real”.     Así, pone en cuestión la posibilidad de establecer trabas a la importación, de modo que el mercado estadounidense se convierta  en un espacio “más cerrado y hermético”.