La factura del absentismo laboral sube un 10 %, hasta los 61.300 millones
Las horas no trabajadas aumentan en Galicia por primera vez desde el 2011.
Que la crisis empieza a quedar atrás se nota no solo en las cifras de creación de empleo, en las tímidas subidas salariales o en la reducción de los ERE. Hay otros indicadores menos ortodoxos, pero igual de efectivos, para medir la salud del mercado de trabajo, como la evolución del absentismo laboral. Si durante los años más duros de la recesión los trabajadores se lo pensaban dos veces a la hora de pedir una baja por una enfermedad menor y el presentismo se hizo norma en las empresas, como herramienta para intentar garantizar el puesto de trabajo en un período de recortes, ahora parece que el temor se ha disipado.
Así lo indica el fuerte repunte en la tasa de absentismo que, según un informe de la agencia de colocación Adecco, llegó el año pasado al 4,7 %, porcentaje de las horas pactadas en convenio que no se realizaron por motivos diferentes a vacaciones, festivos o expedientes de regulación de empleo, a razón de unas 68 por trabajador al año. Son tres décimas de incremento respecto a la cifra registrada en el 2014, principalmente por el alza de las bajas por incapacidad temporal, que se dispararon un 21 %.
Claro que la situación no es igual en todas las comunidades. Galicia, según este informe, es la tercera comunidad en la que más horas se trabajan al año de forma efectiva, solo superada por Baleares y Madrid y a pesar del fuerte retroceso experimentado el año pasado. Y pasa a ser la octava cuando se mide el tiempo de ausencia del puesto de trabajo, que se incrementa por primera vez desde el 2011, el mayor repunte entre todas las regiones españolas.
Normalización de las bajas
Si se atiende a la situación por sectores económicos, la mayor tasa de absentismo se registra en los servicios, con un 4,9 %, frente al 4,6 % en la industria y un 3,2 % en la construcción. Los autores del informe recuerdan, eso sí, que las ausencias laborales «fraudulentas» asociadas a bajas por incapacidad temporal habían desaparecido casi por completo en los años de la crisis, «en los que incluso se dejaban de coger bajas laborales en casos donde sí deberían haberse cogido», por lo que creen que el repunte del pasado ejercicio es solo un síntoma de «normalización» de la situación económica y social.
No opinan lo mismo en las mutuas, encargadas de sufragar la factura de las bajas. En el mismo informe, Pedro Pablo Sanz, director gerente de la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT), estima que el coste total del absentismo en España por enfermedad común repuntó el año pasado hasta los 61.300 millones de euros, un 10 % más que en el 2014. De esta cantidad, 5.135,2 millones corresponden a las prestaciones abonadas a los trabajadores y otros 3.857,2 millones el coste para las empresas que, en ciertos casos, también complementan esas pagas para que el empleado no note reducción respecto a su salario. El resto, otros 52.387 millones serían el «coste de oportunidad», esto es, los bienes y servicios que se dejaron de producir por la ausencia del trabajador.
A la vista de los datos -el número de bajas por contingencias comunes repuntó más de un 10,2 % el año pasado, cuando los trabajadores con protección solo crecieron un 3,4 %-, desde las mutuas se cuestiona la efectividad real de los cambios introducidos en la gestión y el control de las bajas laborales. Y aprovechan para volver a poner sobre la mesa una de sus reivindicaciones históricas: poder dar de alta a los trabajadores cuando consideren que ya están en condiciones de reincorporarse a su puesto, como ya lo hacen con las enfermedades y accidentes laborales. Estima que el coste de las bajas se reduciría entre un 20 y un 25 %, hasta 15.000 millones al año.
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