La
industria de la moda vuelve a afilar las tijeras, y en
Galicia, comunidad líder del
sector textil, empiezan a verse los
primeros rotos.
La
caída de la histórica compañía gallega Caramelo, el anuncio de la
posible liquidación de Blanco (madrileña, con media docena de tiendas en Galicia) si no encuentra un inversor, han sacudido al sector en los últimos días. A ello se ha sumado el
vacío en la cúpula de Adolfo Domínguez, que lleva tres meses sin consejero delegado.
Dice el último baremo concursal de PwC que en el tercer trimestre del año seabrieron un total de 16 expedientes de concursos de acreedores en el textil,que eleva a 43 el total en toda España. Entre ellas están Viriato, una de las firmas históricas del textil gallego, con sede en Ordes, que el pasado 1 de octubre se acogía de forma voluntaria al procedimiento concursal, tras aplicar un ajuste sobre la plantilla y recibir un crédito participativo de la Xunta de 1 millón de euros.
A la memoria vienen de forma inevitable bajas insignes del sector, aunque alejadas en el tiempo, como
Montoto, firma de
Lalín referente en género de punto que cayó en liquidación en el 2012; un año antes lo había hecho
Toypes, otra lalinense emblemática.
Y todo esto ocurre en un momento en el que, salvo excepciones,
la industria gallega de la moda firma sus mejores balances. Las cuentas anuales de la Confederación de Industrias Textiles de Galicia (Cointega) muestran que
el textil disparó un 15 % sus entregas al extranjero el año pasado (4.564 millones de euros) y que la facturación conjunta de las empresas del sector superó los 22.400 millones de euros (20.900 millones solo
Inditex).
No es una crisis
¿Estamos ante los prolegómenos de un crisis en el textil? Los empresarios y analistas consultados lo descartan rotundamente, y explican las quiebras de estas empresas del sector con dos claves: la progresiva desaparición de su público objetivo, hasta hace unos años situado en la franja de consumo de la clase media; y una falta de reorientación del negocio hacia donde esta el mercado.
A ningún empresario le gusta hablar de la desgracia de un colega de profesión, por eso piden anonimato para aclarar que «los que están cerrando o pasando dificultades son firmas que llevan muchos años en crisis, con continuas reestructuraciones en las cúpulas, y que no han podido remontar porque mantienen un modelo de negocio que no se adaptó a un mercado en el que ya no manda la clase media», dicen. Su reflexión es así de sencilla: «El consumidor dicta las reglas del juego. O te adaptas o tienes dificultades», sentencian.
José Antonio Conde, presidente de Cointega es un firme impulsor de la adaptación permanente del negocio textil a la evolución del consumo. «Tras ocho años de crisis, el mercado nacional se ha reducido y ha cambiado. Si tú te quedas en tu mercado y resulta que tu mercado va cada vez a menos, es imposible remontar», afirma. Conde reconoce que el nicho de consumo al que la mayor parte del textil gallego -al margen de Inditex- dirige su producto, que es de un poder adquisitivo medio, es cada vez más pequeño.
El contraataque a esta situación exige amplitud de miras del empresario. «Hay que buscar nuevos nichos de mercado, que en nuestro caso están en salir al exterior mucho más; diversificar la oferta con nuevos productos, tener una red de distribución propia y adaptar los precios», explica.
La presencia cada vez mayor en el mercado internacional es la base del éxito de las empresas gallegas que están liderando el sector. ¿Sería la ourensana Textil Lonia el sexto mayor grupo de España en ventas (372 millones) sin sus más de 150 tiendas y 400 corner repartidos por todo el mundo? O la también ourensana Bimba y Lola, con 115,7 millones de facturación ¿sería la firma textil de más rápido crecimiento sin su red de distribución que ya alcanza los 220 puntos de venta en el mundo? No.
José Luis Nueno, profesor del IESE y experto en distribución, considera que la internacionalización es «el último vagón» para el textil enfocado hacia la clase media: «En el mundo hay 2.000 millones de personas de clase media baja, y es hacia esos mercados hacia donde deben enfocar el futuro de sus compañías». «El grueso de este mercado, 1.400 millones de consumidores, se encuentra en Asia y representa la clase media de los mercados emergentes», precisa Nueno.
Salir más al mercado exterior y diversificar, no queda otra. Y en esas está el sector.
Roberto Verino, por ejemplo, inicia una
nueva etapa después de barrer la deuda. La empresa contempla ahora retomar la expansión internacional en
México, además de lanzar nuevas líneas de calzado y bolsos. Florentino apuesta por reforzar su red de distribución, y avanza en el plan que contempla veinte aperturas hasta el 2020.
La cultura del bajo coste se impone en el gran consumo y abre una frenética guerra de precios
El profesor José Luis Nueno llama la atención sobre la competencia feroz que están ejerciendo la entrada masiva de detallistas, que compran de forma muy especulativa en Asia, que están revolucionando el consumo de moda, al lado de los cuales
Zara o H&M ya son caros.
«Estamos ante
un nuevo segmento, el ultra value retail (el mercado valor) encabezado por
Primark, Kik o Kiabi, con
políticas de precios muy agresivas y márgenes muy reducidos, capaces de servir camisetas a 2 euros y vaqueros a 10.
Precios hasta un 35 % inferiores a los de los especialistas como H&M, que se convierten en el nuevo precio de referencia en el extremo más bajo», explica el experto en distribución.
Lo cierto es que todas estas fórmulas agresivas de distribución hanprovocado un cambio de tendencia a la hora de comprar que va más allá de la crisis de la clase media.
La brecha social ha hecho cambiar los hábitos de consumo a los que tienen menos poder adquisitivo, pero también a quienes pudiendo pagar, se rinden al
fast fashion, con la reina Letizia o la princesa Kate de
Inglaterra como claros exponentes de esta tendencia.
El triunfo del «low cost»
Triunfa el bajo coste de manera generalizada y el lujo sigue teniendo un público minoritario en Galicia. «No se puede luchar contra un modelo que se adapta a los gustos del consumidor y que es capaz de renovarse una docena de veces por temporada», explica Nueno.
Ante el auge de la competencia en precios, el gigante gallego Inditex está impulsando su marca más barata, Lefties, nacida en principio para dar salida a prendas de temporadas anteriores pero que en la actualidad cuenta con un centenar de locales. Tiene ya un equipo de diseño propio y establecimientos en grandes calles comerciales.
De este modo, y para desesperación del sector textil español y gallego, el universo de la moda low cost es cada vez más amplio. Entre los jugadores más jóvenes destaca Shana, una cadena española que cuenta con cerca de 250 tiendas, presencia en el exterior y que acaba de lanzar su marca para niños.
También pisan fuerte los competidores españoles de origen chino, con cadenas muy lejos de los bazares de los noventa. Okeysi, por ejemplo, tiene una veintena de locales.